viernes, 27 de marzo de 2009

Voy camino a ninguna parte pero con ganas de llegar a algún sitio. La lista aumenta a cada minuto y los minutos pasan demasiado rápido. Aún muchas cosas por hacer y las ganas van y vienen como las nubes que tapan el sol primaveral que debería calentar mi habitación hoy un viernes cualquiera. Mi conexión con el mundo real, con el exterior de esta comunidad en la que me encuentro desde septiembre, mi ventana al más allá ha hecho un fundido a negro y me ha dejado aislada de toda cordura.
Me he comprado un pez, "Quinqui", mi nueva alegría y mi nueva meta, mantenerlo con vida.

lunes, 23 de marzo de 2009

Vacaciones...

Hoy he vuelto a abrir la puerta y no he encontrado lo que esperaba. Los recuerdos del pasado son siempre mucho más bonitos de lo que realmente hay que recordar. Miro a los ojos a una persona y enseguida se si me conviene o no me conviene, si esa persona será capaz de hacerme daño. Con el cruce de varias palabras lo que puede ser una duda se convierte en una certeza, y con el intercambio de teléfonos el daño ya está hecho. Un teléfono que nunca suena cuando tiene que sonar, unas palabras que nunca se dicen, un beso que nunca se debió dar… y vuelta a empezar. Se supone que la experiencia nos hace más sabios, pero realmente lo único que nos enseña es que debemos estar preparados para el momento en el que las cosas dejan de ser lo que parecen, o si nos fiamos de nuestra intención, para el momento en el que las cosas son lo que realmente parecen.
Busco en el presente lo que el pasado no me podía ofrecer, pero el presente no me ofrece lo que el pasado me regalaba. Y el futuro parece siempre demasiado lejano como para esperar que reúna todo lo que he ido dejando pasar o simplemente he esquivado. No es fácil esperar que algo que todavía no has conseguido ver te de lo que hasta ahora has añorado.
Puede parecer que soy una persona difícil de complacer, pero lo único que pido, a parte de la atracción que existe o no, no se puede hacer nada para remediarlo, es sentir que le importas a alguien, que da igual la hora que sea o qué esté haciendo porque siempre te va a coger el teléfono, que no hace falta que le digas tengo ganas de verte, porque también las tiene y hará lo posible para remediarlo, que hay alguien siempre está ahí. Locura, pasión, amor, confianza, pertenencia… sentimientos que quiero que me dominen a mí, pero también a él. Busco esto, lo tengo claro y no me quiero conformar, pero siempre hay una pega, siempre hay algo que pone una barrera de dos metros entre lo que quiero y lo que tengo. Me quedo con todo el que me puede hacer daño, aún sabiéndolo de antemano, y cuando no lo hago me cuestiono la decisión tomada hasta el punto de ser yo la que se hace daño.
El presente no me complace, el futuro me cuesta creérmelo y el dicho popular que dice que “cualquier tiempo pasado fue mejor “ hoy choca con la rapidez con la que he cerrado una puerta que nunca debí volver abrir. La única esperanza que me queda es la de perder la memoria, comenzar de nuevo y no estar predispuesta al fallo, no esperar el NO antes de siquiera haber oído un pequeño quizás. Si tengo que elegir digo mil veces SI, aunque esta eterna afirmación me cueste más lagrimas que sonrisas, a decir una vez que no y no sentir esa pequeña ilusión que nos embarga cuando nuestro cerebro todavía no ha tenido tiempo de analizar la situación. Así que he tomado una decisión, mi cabeza a partir de este momento se va de vacaciones y le digo que SI, digo que si a la locura, al amor, a la ilusión, a cerrar los ojos y no mirar al frente pero tampoco atrás. Sólo me quedan cuatro meses para vivirlo todo y no decir que no a nada, hay que aprovecharlos, que como dicen por ahí “la vida es corta” y no debemos olvidarnos de que “sólo se vive una vez”.

sábado, 21 de marzo de 2009

Róbame...


Porque no todos los días me gusta ser mujer.
Porque para mí todos los gatos tienen tres patas.
Porque la primavera la sangre me altera.
Porque nadie es perfecto.
Porque yo siempre bebo de este agua y sé que el cura no es mi padre.
Porque cuando madrugo no necesito que Dios me ayude.
Porque yo sé lo que tengo incluso antes de perderlo.
Porque me encanta lo malo por conocer y no podría nunca agarrar un pájaro con la mano.
Porque soy más curiosa que el gato.
Porque puedo contar mis amigos con los dedos de una mano.
Porque curar siempre es más divertido que prevenir.
Porque a mí un clavo se me clava junto al que ya estaba.
Porque la consigo aunque no la sigo.
Porque este molino lo mueve cualquier agua, sobre todo la pasada.
Porque prefiero no ver y no oír antes que tener que callar.
Porque ladro pero también muerdo.
Porque si me quitas las tentación busco el pecado.
Porque dejo para mañana lo que no me apetece hacer hoy.
Porque me puedes dar pan, pero no llamarme tonta.
Porque mato moscas con el rabo aunque no tengo mucho de diablo.
Porque soy la reina ciega del mundo de los tuertos.
Porque mi corazón ve lo que mis ojos no sienten.
Porque esta cabra no tira a ningún sitio pero tira a todos lados.
Porque después de la tempestad huyo de la calma.
Porque a falta de pan no hay torta que valga.
Porque si ya es tarde mejor nunca.
Porque cuando me emborracho siempre miento.
Porque crío la fama y cardo la lana.
Porque no me importa cuánto suena el río ni si lleva agua.
Porque soy única, cómo el resto de los mortales.
Porque yo lo valgo.

jueves, 12 de marzo de 2009


Tres, dos, uno… Luces! Cámara! Acción!... Una joven con la cabeza envuelta en un mar de dudas se monta en un tren con destino Roma. Por delante le esperan tres horas sola, tres horas para pensar, dormir, mirar por la ventana y volver a pensar. La cabina es estrecha, y en ella conviven durante el trayecto seis personas desconocidas que procuran no alzar la cabeza demasiado para evitar cualquier posible cruce de miradas. Avisan por megafonía la última parada, su última parada. Todo el mundo se apresura a recoger mientras ella calmada espera para poder bajar su pesada maleta del portaequipajes sin molestar a nadie. Al verla esperar un joven, que durante tres horas ha compartido reposabrazos con ella en silencio, se ofrece amablemente a ayudarla, tras aceptar establecen una agradable conversación. Cinco minutos de intercambio de palabras seguidos de un intercambio de números de teléfono que en ninguna otra situación hubiera aceptado, pero que al encontrarse de visita en una ciudad nueva en un país que no es el suyo está ocasionalmente permitido.
Ella acude a Roma para reencontrarse con una amiga que lleva meses sin ver. Aunque hablan a diario y entre ellas no hay secretos, siempre hay algo nuevo en sus vidas que se tienen que contar. Ellas dos se unen a otras dos chicas e inician la aventura de descubrir la enigmática Praga.
Ocupan asientos reservados en el vuelo gracias a sus incomparables dotes lingüísticas. Llegan a la capital checa y el frío les golpea sin previo aviso. Llegan al albergue, se instalan y antes de salir a conocer la ciudad piden un juego nuevo de sábanas para sus camas, que no se sabe si por un descuido, por costumbre o por falta de higiene, no se encuentran sobre sus camas.
Metros y tranvías les ayudan a recorrer la ciudad entre fío, lluvia y nieve, aunque ellas valientes y con ganas de no dejarse nada por ver prefieren siempre desplazarse a pie. El reloj del ayuntamiento marca las doce en punto y el público se amontona para ver unos muñecos que, con cara de malos, se asoman por dos ventanitas mientras un esqueleto hace sonar la campana, y ellas descubren el placer de comerse un perrito caliente, típico de allí, a ritmo de la música que sale del reloj y los clics de las cámaras de fotos de los turistas. Cafés, dulces, salchichas… comer comen bien. Pasean entre mapas y guías con acento italiano. Buscan entre las calles de la ciudad rincones aún por descubrir. Al final de la jornada un chocolate caliente de camino al albergue y a dormir.
Un nuevo día, diferencia de pareceres y división del cuarteto. Las dos amigas juegan a perderse, ven todo lo planeado y después se dejan llevar por los tranvías a donde sus pies todavía no les habían llevado. Risas, confusión, lluvia, salchicha… y no queda nada que sus ojos no hayan visto, al menos de lejos. Una vez finalizado el tour, el mêjte se a mêjte se abre sus puertas para que se adentren en el divertido mundo de la cerveza. Un bar rojo por la decoración y cálido por la cercanía del personal, algo extraño allí. Un par de zumos de cebada, muchas pajitas y muchas fotos después, es la hora de dormir.
Llega la hora de volver al país de la bota, a su otro hogar, y el regreso está protagonizado por nuestra simpática pareja de amigas y dos jóvenes que interpretan a la perfección el papel de dos listillos napolitanos que pretenden, sin éxito, tomarles el pelo, siempre en los asientos reservados a gente con don de lenguas en el avión.
Esta es la película Dos Días en Praga, a la que podríamos añadir el día precedente y el sucesivo en Roma, pero eso ya lo dejo para las posibles secuelas que surjan según el éxito del film. Es el argumento de un viaje que nos muestra una Praga irreal, lúgubre, fría, un poco descuidada, desagradable… pero siempre bonita en el fondo. Un escenario perfecto para cualquier historia de gárgolas encantadas y vampiros pero que, al menos para la joven, carece de ese encanto especial que te atrae a algunos lugares. Es la historia de dos amigas que disfrutan estando juntas aunque se encuentren en la ciudad de hielo, en la ciudad que sólo ven en blanco y negro.

jueves, 5 de marzo de 2009

Cambiando el cuento...

Adentrándome en el peligroso mundo de sexo, drogas y rock & roll, y quien dice rock and roll dice música tecno, he descubierto que ni los malos son tan malos como parecen, ni los buenos son tan tontos como se dice. Interpreto el papel de una niña bien, buena y responsable que se deja llevar por un joven de malas costumbres, descuidado y con afición a desempeñar trabajos poco recomendables. Papel tradicional en cualquier comedia romántica de adolescentes, con la diferencia de que esto es la vida real y mi papel ya no es el de una quinceañera en la edad del pavo.
Harta de salir con caballeros de la mesa redonda que te abren la puerta para dejarte pasar a ti primero para luego cerrártela en las narices, la mayor parte de las veces sin dar ninguna explicación, dejo que mi inconsciente atracción por lo prohibido me lleve a los brazos del peligro. Culpa mía, ya que he sido yo la que comenzó el juego, que por extraño que parezca, el malo no siempre toma la iniciativa. Comienza la partida, y como buenos estrategas ambos decidimos que rol queremos desempeñar, es importante resultar convincente, hacer creer a la otra persona que la idea que se habían hecho de nosotros es errónea, aunque en ocasiones no lo sea tanto. Nos convertimos en verdaderos comerciantes a la venta de un producto cada vez más elaborado. Sonrisas, miradas inocentes, palabras que ya han perdido todo significado después de tanto repetirlas… asusta pensar cómo, con el paso del tiempo, cada vez resulta más fácil decir lo que la otra persona quiere oír aunque no lo sintamos. Somos máquinas, podríamos ser incluso ese vidente que mirándote a los ojos y analizando tu comportamiento divisa en tu futuro lo que quieres ver en tu presente. Hemos perdido la inocencia y hemos ganado en seguridad. Una coraza que nos protege de sentir, de creer, ¿de amar?.
Interpretando el papel de la buena e inocente me he descubierto a mi misma pensando, analizando mi propio comportamiento para asegurarme de que sigo siendo yo quien controla la situación. Estoy viendo a un supuesto malo que quiere hacerme creer que es bueno y soy yo la que le hace creer que sus esfuerzos tienen resultado mientras mi cabeza sigue trabajando. Guardo cada gesto, cada palabra que de tanto oirlas suenan como un eco repetitivo, que modifica el tono de voz según la persona que las pronuncia pero que permanecen en la profundidad sin llegar al fondo de la cueva, sin llegar a ninguna parte. En el mundo de sexo, drogas y rock & roll, el sexo se ha convertido en besos interminables, las drogas sabemos que están ahí pero nadie sabe donde y del rock and roll sólo quedan los roles que cada uno interpretamos en la historia al ritmo de la música electrónica.
Qué vueltas da la vida, quién le iba a decir a la princesa del cuento que al final el príncipe se iría con la hermanastra y que el malo lo único que quiere es que le quieran.

martes, 3 de marzo de 2009

¿Dónde estás?... corazón

Confirmado… no puedo dejarme llevar.

Mi razón domina a mi sinrazón y termina por reinar la calma. Después de muchos desengaños, después de sufrir y de hacer sufrir ya no me queda hueco para tanta tirita, así que opto por la opción más fácil, vivir con los pies en la tierra. Lo he intentado, pero ya no puedo dejarme llevar, cuando estoy a punto de perder la cabeza siempre aparece un mazo que me golpea y se encarga de recordarme donde está.

Copiando las palabras de un grande de la música “nunca llevo el corazón el corazón encima, por si me lo quitan”… y como alguien cercano me dice siempre, para salir a la calle con la fotocopia es suficiente.

domingo, 1 de marzo de 2009

La Lista

Un día más, tras una noche más, tras una fiesta más y sigo añadiendo cosas a mi lista. Me vale cualquier cosa, pero es importante saber que todo lo que esté en mi lista para cuando termine mi Erasmus tiene que estar tachado. Son pequeños objetivos, desafíos, retos que de otra forma jamás sería capaz de hacer. Es fácil, lápiz, papel y reunión de grupo en la cocina, la cocina porque todo lo que se dice en esta habitación se hace realidad, con un poco de ayuda de las protagonistas que han decidido no dejarse nada sin hacer. Ya he besado a un extraño, he quedado con varios hombres para la misma noche, me he ligado al vecino de una amiga... pero esto es solo el principio, tengo que robar una matrícula, ir a clase de “power tone up” sin sujetador, hacer un pik nik en el jardín de la universidad… una larga lista de locuras que se puede alargar si se os ocurre algo atrevido que esté a mi alcance.
Ayer cumplí con mi último objetivo, el vecino de una amiga. Tras cerca de tres semanas viéndolo me cansé de esperar y tomé el mando, le dije a mi amiga que lo invitara a venirse con nosotras, de mi parte, y vino. En cuanto llegó se quedó conmigo y en algún momento de la noche le cogí la mano para ir a algún sitio y ya no la soltó. Solos perdidos en la noche del sábado, sin dejar de besarnos y después, como pocos hasta ahora, me deja en la puerta de casa sin hacer ningúna proposición indecente propia de ciertas horas y de consumo de gran cantidad de alcohol. Es otro italiano más pero éste lo pone fácil, desde el principio ha dicho que no me fie de él así que no lo haré, o eso espero. Un día de nubes que sigue a una noche increíble, pero no puedo tenerlo siempre todo, el sol también se merece un día de vacaciones.
PD. Al final del día tras una excursión por la costa, un montón de mensajes al movil y una visita sorpresa, si el sol se quiere ir de vacaciones que se vaya, que yo no tengo ningún problema en disfrutar de mi nuevo romance bajo el paraguas.