jueves, 25 de junio de 2009

Y quizás enamorarse...


Cuando las fuerzas flaquean y te dejas llevar, el miedo se apodera de ti. Desconfío pero no puedo decir que no, no quiero seguir adelante pero tampoco puedo parar, no quiero sentir lo que siento pero ya me he cansado de negar lo evidente. Muchas veces he dudado de mi capacidad para enamorarme, ya que guiándome siempre por la razón es muy difícil creer en el amor ciego, pero tal y como estoy actuando cualquiera diría que estoy enamorada. Mi razón se ha ido de vacaciones y me ha dejado sola ante el peligro. Cada día falta un día menos para mi regreso a España, y pasa un día más en el que acostumbrarme a él. Se que es algo que va a durar lo que va a durar mi estancia aquí pero me sorprendo a mi misma imaginándome protagonista de una de esas películas en las que por amor se deja todo, cambiando sin dudar mis planes de vida.
Tengo miedo del luego, de que se acabe, de que me hagan sufrir y de hacer sufrir, aunque en este caso no hay duda de que la que saldría perdiendo sería yo. Tengo miedo de él y de mi cuando estoy con él. Tengo miedo de enamorarme y de estar ya enamorada. Tengo miedo de abrir los ojos, o de que me los abran, pero sobre todo tengo miedo de tenerlos cerrados. Tengo miedo de sentir algo que aunque suene extraño no recuerdo haber sentido antes, o quizás hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Tengo miedo de estar loca, y lo peor de todo es que tengo miedo porque me gusta estarlo.
Los dos tenemos el mismo lunar en el mismo dedo... mejor no pensar en señales.

lunes, 22 de junio de 2009

Siempre hay un motivo para no dormir...


Cada dos minutos pierdo la razón era el título de mi primer escrito en el blog, título de la canción que escucho ahora. Cómo cambian las cosa cada dos minutos, cómo han cambiado las cosas desde que escribí ese texto. Sin saber muy bien cómo, me veo a hablando a mi madre de una relación a la que ni siquiera yo se como he llagado. Ahora ya no tengo mucho tiempo por delante para disfrutar de mi Erasmus, la cuenta atrás ya ha comenzado y mis amigas comienzan a irse. Las fiestas de despedida nunca me han gustado, por mucho que sean fiestas. Mi loca favorita sigue mandándome noticias desde España pero yo la sigo echando de menos aquí. Una llamada a cualquier hora siempre es mucho mejor que un mail que tarda horas o días en responderse. Nos conocimos hace ya casi 5 años y aunque lejos siempre estamos cerca. Es mi confidente y también mi más duro juez. Por culpa de ella escribo este blog que me ayuda a desahogarme cuando las palabras cuesta tanto decirlas y resulta mucho más simple escribirlas.
Mi familia me visita en dos semanas y una mezcla de ilusión y miedo hacen que no pueda estar tranquila. Han sucedido demasiadas cosas en mis 9 meses de estancia en Italia y no quiero rendir cuentas. Hoy soy un poco menos yo que otros días, tengo muchas cosas en las que pensar. Unas horas de playa me ayudaran a aclarar un poco las ideas, aunque cada día me complican un poco más mi regreso. Días de sol y noches de luna, dormir ha pasado a la historia.

jueves, 18 de junio de 2009

Como perras y gatas...


Caminando por la vida sin pasar desapercibida es muy difícil resultar indiferente a nadie, así que para sobrevivir he aprendido a analizar el comportamiento de la gente. Más allá de las palabras hay un millón de gestos que nos hacen desconfiar de la gente, conocer sus secretos, lo que ocultan, lo que quieren hacernos pensar, lo que piensan de nosotros… en definitiva hay un montón de pistas que guían a nuestro subconsciente hacia lo bueno o lo malo. Quizás de manera un poco obsesiva observo miradas, manos, posturas, silencios… para conseguir entender porqué una persona, de antemano desconocida, no me resulta agradable. De partida intento no prejuzgar a la gente pero resulta muy difícil no dejarse llevar por la imagen, la historia o las habladurías sobre una persona, así que la mejor solución para poder cambiar una primera impresión es desenmascarar los secretos que nos convierten en lo que somos, lo que nos hace diferentes de los demás no es lo que decimos, es lo que callamos. Lo que hacemos identifica nuestro comportamiento de frente al mundo pero no nuestra cabeza.
Hay veces en las que una primera impresión es errónea, y otras, como poco a poco he ido descubriendo, una imagen vale más que mil palabras, aunque esas palabras salgan de la boca de alguien que sin la suficiente inteligencia teje una tela de araña en la que atrapa a todo el que no ha comprendido que la viuda negra devora a sus fieles amantes después de conseguir de ellos lo único que le sirve, un chofer, un confidente, un cómplice, una cabeza de turco, una fuente de información, un amante…
Pero aunque me duela reconocerlo se ha confirmado lo que durante años he visto en películas y series, he leído en libros y he oído en miles de conversaciones, las mujeres son las que llevan las riendas. Malmetemos, mentimos, jugamos, besamos, salimos, sabemos… pero sobe todo callamos. Nosotras buscamos la dominación a toda costa, la conquista de un espacio en el que ser nosotras la hembra dominante y para ello nos ponemos a la altura de hombres y por supuesto de niños. Lo peor llega cuando para mantener ese status que con artimañas tanto te ha costado ganar, olvidas que realmente eres mujer, compañera o amiga, y ocultas información privilegiada que podría ahorrar más de un disgusto y mucha perdida de tiempo, a alguien que seguramente pondría la mano en el fuego por ti, a cambio de los beneficios que te da el ser el gallo del corral, o la gallina.
¿En qué momento hemos cambiado de bando? ¿Cuándo hemos decidido regalarles el partido? En el mundo de hoy en día buscamos la igualdad entre hombres y mujeres pero nos hemos olvidado del trabajo en equipo, ya sólo importa la victoria, el reconocimiento individual. Conmigo estos juegos de gatas celosas que marcan su territorio devorando todo ratoncito que se olvido de esconderse en su madriguera no van. Yo soy más perro, fiel, tranquila y como pienso… bueno quien dice pienso dice pizza. Quizás sería mejor decir que sobre todo soy perra, que el sexo también marca la diferencia en el mundo animal, y en este sentido tengo que recordar que es mucho mejor que nadie se acerque demasiado a mis cachorros, sean del género que sean, que como todo el mundo sabe, el gato es el que juega, pero es el perro el que persigue al gato, o mejor dicho, el gato es el que termina huyendo del perro.

martes, 9 de junio de 2009

Mal día...

Hoy no ha sido un buen día. Cansancio acumulado y desorden general me hacen tomar una decisión equivocada, quedarme en casa para poner mis asuntos al día. Las tarjetas no funcionan, el teléfono suena cuando no tiene que sonar, los apuntes de mi olvidado examen están en inglés (doble trabajo de traducción), mi amigo o como lo queramos definir esta inmerso en sus problemas, así que como para pedir tenerlo cerca, mi amiga que iba a venir a verme ya no puede hacerlo, discuto con mi madre, me pongo una película triste para ver si con las penas ajenas me animo, pero nada, y cuando ya parece que no puede pasar nada más me llama mi inseparable compañera de hazañas para despedirse, el Erasmus para ella ha llegado a su fin, haciéndome pensar en qué voy a hacer yo ahora sin ella en el país, y recordándome lo poco que le queda a mi aventura.

Para finalizar un día horrible, insomnio, esta vez merecido, si no haces nada en 24 horas no hay manera de cansarse. Estoy triste, tengo ganas de llorar por un millón de motivos pero no consigo hacerlo. Hace mucho que noto esta sensación. Momentos en los que estoy triste, en los que siento la necesidad de desahogarme, en los que realmente me apetece llorar porque realmente tengo motivos para hacerlo, pero no encuentro la manera de conseguirlo. Lloro de risa, cada vez menos, pero ya no de pena, ya no cuando las cosas se tuercen, ya no cuando un amigo se va. Quizás he llorado ya todo lo que se puede llorar, he abusado de mi facilidad lacrimal y ahora se han agotado las lágrimas. Quizás he llorado por demasiadas cosas que no merecían la pena y ahora mi cuerpo ya no diferencia cuando es realmente el momento de hacerlo.


Hoy he caído en la cuenta de que mi cuenta atrás para volver a España comienza. Hoy he caído en la cuenta de que mis fieles amigos se van. Hoy he caído en la cuenta de que las cosas no son nunca como yo espero. Hoy he caído en la cuenta de que a partir de ahora me faltará la seguridad que me daba que estuvieras aquí. Hoy he caído en la cuenta de que llorar no es tan fácil. Hoy me he dado cuenta de cuánto necesito llorar.