martes, 12 de abril de 2016

Y entonces volví a ser yo

¡Aclaremos conceptos!

Ser bueno no es sinónimo de ser tonto, y no consiento que nadie se sienta tonto por tener esa maravillosa característica tan poco valorada en los tiempos que corren como es la bondad.
Vivimos en un mundo movido por el interés, el interés para y por el bienestar de uno mismo, y esto hace que estemos rodeados de personas que sólo se acuerdan de ti cuando te necesitan o te mantienen a su lado mientras tu compañía les suponga algún beneficio. Pues... ¡SORPRESA! Las buenas personas no sólo son conscientes de este fenómeno de masas llamado interés, sino que lo consienten. No somos tontos, decidimos parecerlo y consentir la presencia de personas tóxicas a nuestro alrededor. Uno decide ser tonto siendo muy consciente de la situación y la capacidad de elegir hasta cuando va a ser o no buena persona, o tonta como lo quieras llamar, hace que el destino esté en su mano.

He dudado muchas veces del castigo que supone ser bueno y de repente un día como hoy todo queda claro: "El interés mueve el mundo, pero la bondad tiene el poder en su mano"