miércoles, 19 de agosto de 2009

Imaginando...


Jueves 13 de Agosto. Una joven se sienta en el regional de las 14:33 con destino amigos y familia que desde hace meses no ve. Un mensaje recibido justo antes de sentarse en su asiento le ha hecho fruncir un poco el ceño. El tren es silencioso, limpio, tranquilo… nada que ver con los que habitualmente tenía que coger en Italia. Un joven a su izquierda duerme mientras escucha música, ayudarle a subir la maleta lo ha dejado agotado. Por la ventana se divisan los áridos paisajes de la mancha en verano, campos amarillos en los que de vez en cuando se divisa una pequeña formación boscosa. Arena y siembra son la alfombra que cubre el suelo a sus pasos. En el cielo el sol lucha por salir aunque las nubes se atraviesan en su camino impidiendo que los rayos den el calor propio del mes de Agosto. El revisor amable le regala una sonrisa acompañada del tradicional saludo que le augura unas buenas tardes.
Es su primer viaje en tren después de su vuelta a España y la nostalgia le hace recordar las largas horas pasadas en cabinas pequeñas con las rodillas pegadas a las rodillas del ocupante sentado de frente a ella, el calor de la tarde, el frio de primera hora de la mañana, las interminables paradas en la estación de Napoles… los siempre entretenidos viajes en tren que la llevaban de Salerno a Roma y viceversa. Unas veces viajaba sola, otras con amigas, unas veces viajaba para quedarse, otras simplemente le pillaba de paso, pero siempre terminaba conociendo una persona nueva que le hacía más ameno el viaje.
En los trenes españoles es más difícil entablar conversación con cualquier extraño que parezca igual de aburrido que ella. Todos miran al frente, todos se dan la espalda y por lo general todos se aíslan del mundo con la música que previamente han metido en sus móviles y reproductores. Ella, después de terminar de leer un libro que había adquirido en una pequeña librería en Vicenza en una excursión con amigos, saca un cuaderno, recuerda un juego que una buena amiga le había enseñado, simplemente tiene que imaginar que ocurre en la vida de cada uno de los viajantes que como ella esperan que el trayecto se haga lo mas corto posible, y comienza a escribir. Primero describe lo que percibe a simple vista, rasgos físicos, vestuario, postura… después continua con lo que estos rasgos dicen de cada uno de ellos. Pero el juego termina pronto, es muy difícil ver la cara de sus compañeros de vagón y la gente comienza a mirarla de manera extraña al verla moverse continuamente y levantarse en busca de un nuevo personaje por descubrir.
Al final decide seguir el ejemplo de todos los demás y se deja envolver por la música, una música que también le lleva a imaginar, la transporta al pasado, revive en ella sensaciones que había dejado perdidas en el olvido. Cierra los ojos y vuelve a vivir lo vivido. Se ha convertido, sin quererlo, en la protagonista de un viaje hacia el reencuentro, en todos los sentidos.

martes, 11 de agosto de 2009

Calles vacías...


Primeros días en la Madrid. Primeras prisas, primeros autobuses, metros y taxis. De vuelta a las compras, a los cafés que duran dos horas, a la locura de una ciudad que a pesar de ser enorme a mí me parece vacía. El mar parece ser ya algo muy lejano, aunque sigue siendo una de las cosas que más echo de menos.

Llevo gafas de sol a pesar de que a ciertas horas aquí nadie las lleva. Hablo en italiano a conductores de autobuses, dependientes, medicos… cruzo sin mirar y busco en las tiendas algo morado que ponerme, este color aquí parece estar pasado de moda. Dar dos besos al saludar se ha convertido en una autentica odisea, y la distancia mas corta hacia cualquier sitio me lleva al menos quince minutos de paseo.

Vuelvo a caminar sola por la calle sin mirar a nadie, sin saludar a nadie, no hay nadie a quien saludar, aislada del mundo con mi mp4 a todo volumen escuchando música italiana, la banda sonora de mi año erasmus. Ayer puse la televisión y me sorprendió con una versión en español de una de mis canciones favoritas en Italia, y sin quererlo, ese tema que tanto significaba perdió gran parte de su magia.

Desde Salerno me llegan mensajes y llamadas diariamente que me recuerdan que gran parte de mi vida se ha quedado allí. No deshago las maletas, para mi esto son sólo una vacaciones.

Soy una extrangera en mi ciudad.