Tengo miedo del luego, de que se acabe, de que me hagan sufrir y de hacer sufrir, aunque en este caso no hay duda de que la que saldría perdiendo sería yo. Tengo miedo de él y de mi cuando estoy con él. Tengo miedo de enamorarme y de estar ya enamorada. Tengo miedo de abrir los ojos, o de que me los abran, pero sobre todo tengo miedo de tenerlos cerrados. Tengo miedo de sentir algo que aunque suene extraño no recuerdo haber sentido antes, o quizás hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Tengo miedo de estar loca, y lo peor de todo es que tengo miedo porque me gusta estarlo.
jueves, 25 de junio de 2009
Y quizás enamorarse...
Tengo miedo del luego, de que se acabe, de que me hagan sufrir y de hacer sufrir, aunque en este caso no hay duda de que la que saldría perdiendo sería yo. Tengo miedo de él y de mi cuando estoy con él. Tengo miedo de enamorarme y de estar ya enamorada. Tengo miedo de abrir los ojos, o de que me los abran, pero sobre todo tengo miedo de tenerlos cerrados. Tengo miedo de sentir algo que aunque suene extraño no recuerdo haber sentido antes, o quizás hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Tengo miedo de estar loca, y lo peor de todo es que tengo miedo porque me gusta estarlo.
lunes, 22 de junio de 2009
Siempre hay un motivo para no dormir...
Mi familia me visita en dos semanas y una mezcla de ilusión y miedo hacen que no pueda estar tranquila. Han sucedido demasiadas cosas en mis 9 meses de estancia en Italia y no quiero rendir cuentas. Hoy soy un poco menos yo que otros días, tengo muchas cosas en las que pensar. Unas horas de playa me ayudaran a aclarar un poco las ideas, aunque cada día me complican un poco más mi regreso. Días de sol y noches de luna, dormir ha pasado a la historia.
jueves, 18 de junio de 2009
Como perras y gatas...
Hay veces en las que una primera impresión es errónea, y otras, como poco a poco he ido descubriendo, una imagen vale más que mil palabras, aunque esas palabras salgan de la boca de alguien que sin la suficiente inteligencia teje una tela de araña en la que atrapa a todo el que no ha comprendido que la viuda negra devora a sus fieles amantes después de conseguir de ellos lo único que le sirve, un chofer, un confidente, un cómplice, una cabeza de turco, una fuente de información, un amante…
Pero aunque me duela reconocerlo se ha confirmado lo que durante años he visto en películas y series, he leído en libros y he oído en miles de conversaciones, las mujeres son las que llevan las riendas. Malmetemos, mentimos, jugamos, besamos, salimos, sabemos… pero sobe todo callamos. Nosotras buscamos la dominación a toda costa, la conquista de un espacio en el que ser nosotras la hembra dominante y para ello nos ponemos a la altura de hombres y por supuesto de niños. Lo peor llega cuando para mantener ese status que con artimañas tanto te ha costado ganar, olvidas que realmente eres mujer, compañera o amiga, y ocultas información privilegiada que podría ahorrar más de un disgusto y mucha perdida de tiempo, a alguien que seguramente pondría la mano en el fuego por ti, a cambio de los beneficios que te da el ser el gallo del corral, o la gallina.
¿En qué momento hemos cambiado de bando? ¿Cuándo hemos decidido regalarles el partido? En el mundo de hoy en día buscamos la igualdad entre hombres y mujeres pero nos hemos olvidado del trabajo en equipo, ya sólo importa la victoria, el reconocimiento individual. Conmigo estos juegos de gatas celosas que marcan su territorio devorando todo ratoncito que se olvido de esconderse en su madriguera no van. Yo soy más perro, fiel, tranquila y como pienso… bueno quien dice pienso dice pizza. Quizás sería mejor decir que sobre todo soy perra, que el sexo también marca la diferencia en el mundo animal, y en este sentido tengo que recordar que es mucho mejor que nadie se acerque demasiado a mis cachorros, sean del género que sean, que como todo el mundo sabe, el gato es el que juega, pero es el perro el que persigue al gato, o mejor dicho, el gato es el que termina huyendo del perro.
martes, 9 de junio de 2009
Mal día...
Hoy no ha sido un buen día. Cansancio acumulado y desorden general me hacen tomar una decisión equivocada, quedarme en casa para poner mis asuntos al día. Las tarjetas no funcionan, el teléfono suena cuando no tiene que sonar, los apuntes de mi olvidado examen están en inglés (doble trabajo de traducción), mi amigo o como lo queramos definir esta inmerso en sus problemas, así que como para pedir tenerlo cerca, mi amiga que iba a venir a verme ya no puede hacerlo, discuto con mi madre, me pongo una película triste para ver si con las penas ajenas me animo, pero nada, y cuando ya parece que no puede pasar nada más me llama mi inseparable compañera de hazañas para despedirse, el Erasmus para ella ha llegado a su fin, haciéndome pensar en qué voy a hacer yo ahora sin ella en el país, y recordándome lo poco que le queda a mi aventura.
Para finalizar un día horrible, insomnio, esta vez merecido, si no haces nada en 24 horas no hay manera de cansarse. Estoy triste, tengo ganas de llorar por un millón de motivos pero no consigo hacerlo. Hace mucho que noto esta sensación. Momentos en los que estoy triste, en los que siento la necesidad de desahogarme, en los que realmente me apetece llorar porque realmente tengo motivos para hacerlo, pero no encuentro la manera de conseguirlo. Lloro de risa, cada vez menos, pero ya no de pena, ya no cuando las cosas se tuercen, ya no cuando un amigo se va. Quizás he llorado ya todo lo que se puede llorar, he abusado de mi facilidad lacrimal y ahora se han agotado las lágrimas. Quizás he llorado por demasiadas cosas que no merecían la pena y ahora mi cuerpo ya no diferencia cuando es realmente el momento de hacerlo.
Hoy he caído en la cuenta de que mi cuenta atrás para volver a España comienza. Hoy he caído en la cuenta de que mis fieles amigos se van. Hoy he caído en la cuenta de que las cosas no son nunca como yo espero. Hoy he caído en la cuenta de que a partir de ahora me faltará la seguridad que me daba que estuvieras aquí. Hoy he caído en la cuenta de que llorar no es tan fácil. Hoy me he dado cuenta de cuánto necesito llorar.