jueves, 18 de junio de 2009

Como perras y gatas...


Caminando por la vida sin pasar desapercibida es muy difícil resultar indiferente a nadie, así que para sobrevivir he aprendido a analizar el comportamiento de la gente. Más allá de las palabras hay un millón de gestos que nos hacen desconfiar de la gente, conocer sus secretos, lo que ocultan, lo que quieren hacernos pensar, lo que piensan de nosotros… en definitiva hay un montón de pistas que guían a nuestro subconsciente hacia lo bueno o lo malo. Quizás de manera un poco obsesiva observo miradas, manos, posturas, silencios… para conseguir entender porqué una persona, de antemano desconocida, no me resulta agradable. De partida intento no prejuzgar a la gente pero resulta muy difícil no dejarse llevar por la imagen, la historia o las habladurías sobre una persona, así que la mejor solución para poder cambiar una primera impresión es desenmascarar los secretos que nos convierten en lo que somos, lo que nos hace diferentes de los demás no es lo que decimos, es lo que callamos. Lo que hacemos identifica nuestro comportamiento de frente al mundo pero no nuestra cabeza.
Hay veces en las que una primera impresión es errónea, y otras, como poco a poco he ido descubriendo, una imagen vale más que mil palabras, aunque esas palabras salgan de la boca de alguien que sin la suficiente inteligencia teje una tela de araña en la que atrapa a todo el que no ha comprendido que la viuda negra devora a sus fieles amantes después de conseguir de ellos lo único que le sirve, un chofer, un confidente, un cómplice, una cabeza de turco, una fuente de información, un amante…
Pero aunque me duela reconocerlo se ha confirmado lo que durante años he visto en películas y series, he leído en libros y he oído en miles de conversaciones, las mujeres son las que llevan las riendas. Malmetemos, mentimos, jugamos, besamos, salimos, sabemos… pero sobe todo callamos. Nosotras buscamos la dominación a toda costa, la conquista de un espacio en el que ser nosotras la hembra dominante y para ello nos ponemos a la altura de hombres y por supuesto de niños. Lo peor llega cuando para mantener ese status que con artimañas tanto te ha costado ganar, olvidas que realmente eres mujer, compañera o amiga, y ocultas información privilegiada que podría ahorrar más de un disgusto y mucha perdida de tiempo, a alguien que seguramente pondría la mano en el fuego por ti, a cambio de los beneficios que te da el ser el gallo del corral, o la gallina.
¿En qué momento hemos cambiado de bando? ¿Cuándo hemos decidido regalarles el partido? En el mundo de hoy en día buscamos la igualdad entre hombres y mujeres pero nos hemos olvidado del trabajo en equipo, ya sólo importa la victoria, el reconocimiento individual. Conmigo estos juegos de gatas celosas que marcan su territorio devorando todo ratoncito que se olvido de esconderse en su madriguera no van. Yo soy más perro, fiel, tranquila y como pienso… bueno quien dice pienso dice pizza. Quizás sería mejor decir que sobre todo soy perra, que el sexo también marca la diferencia en el mundo animal, y en este sentido tengo que recordar que es mucho mejor que nadie se acerque demasiado a mis cachorros, sean del género que sean, que como todo el mundo sabe, el gato es el que juega, pero es el perro el que persigue al gato, o mejor dicho, el gato es el que termina huyendo del perro.

3 comentarios:

  1. Hay que fiarse de las señales... y del instinto (animal), aunque ciertamente la primera impresión puede ser errónea. Se aprende mucho de los animales... Atenta!!

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  2. dios que bien escribía... me voy a centrar en esto de nuevo :P

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