jueves, 5 de marzo de 2009

Cambiando el cuento...

Adentrándome en el peligroso mundo de sexo, drogas y rock & roll, y quien dice rock and roll dice música tecno, he descubierto que ni los malos son tan malos como parecen, ni los buenos son tan tontos como se dice. Interpreto el papel de una niña bien, buena y responsable que se deja llevar por un joven de malas costumbres, descuidado y con afición a desempeñar trabajos poco recomendables. Papel tradicional en cualquier comedia romántica de adolescentes, con la diferencia de que esto es la vida real y mi papel ya no es el de una quinceañera en la edad del pavo.
Harta de salir con caballeros de la mesa redonda que te abren la puerta para dejarte pasar a ti primero para luego cerrártela en las narices, la mayor parte de las veces sin dar ninguna explicación, dejo que mi inconsciente atracción por lo prohibido me lleve a los brazos del peligro. Culpa mía, ya que he sido yo la que comenzó el juego, que por extraño que parezca, el malo no siempre toma la iniciativa. Comienza la partida, y como buenos estrategas ambos decidimos que rol queremos desempeñar, es importante resultar convincente, hacer creer a la otra persona que la idea que se habían hecho de nosotros es errónea, aunque en ocasiones no lo sea tanto. Nos convertimos en verdaderos comerciantes a la venta de un producto cada vez más elaborado. Sonrisas, miradas inocentes, palabras que ya han perdido todo significado después de tanto repetirlas… asusta pensar cómo, con el paso del tiempo, cada vez resulta más fácil decir lo que la otra persona quiere oír aunque no lo sintamos. Somos máquinas, podríamos ser incluso ese vidente que mirándote a los ojos y analizando tu comportamiento divisa en tu futuro lo que quieres ver en tu presente. Hemos perdido la inocencia y hemos ganado en seguridad. Una coraza que nos protege de sentir, de creer, ¿de amar?.
Interpretando el papel de la buena e inocente me he descubierto a mi misma pensando, analizando mi propio comportamiento para asegurarme de que sigo siendo yo quien controla la situación. Estoy viendo a un supuesto malo que quiere hacerme creer que es bueno y soy yo la que le hace creer que sus esfuerzos tienen resultado mientras mi cabeza sigue trabajando. Guardo cada gesto, cada palabra que de tanto oirlas suenan como un eco repetitivo, que modifica el tono de voz según la persona que las pronuncia pero que permanecen en la profundidad sin llegar al fondo de la cueva, sin llegar a ninguna parte. En el mundo de sexo, drogas y rock & roll, el sexo se ha convertido en besos interminables, las drogas sabemos que están ahí pero nadie sabe donde y del rock and roll sólo quedan los roles que cada uno interpretamos en la historia al ritmo de la música electrónica.
Qué vueltas da la vida, quién le iba a decir a la princesa del cuento que al final el príncipe se iría con la hermanastra y que el malo lo único que quiere es que le quieran.

1 comentario:

  1. En plan metáfora vale, pero no te olvides que un cuento es sólo, y ante todo, un cuento. Y la realidad a veces supera la ficción.

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