domingo, 24 de mayo de 2009

Nadando a contracorriente...

Una mirada de culpa y cobardía que no sabe como responder ante unos actos que al final no hubo más remedio que sacar a la luz. No hay palabras, no hay contacto, no hay solución, ni por supuesto marcha atrás. Una cosa es descubrir al mentiroso, y otra muy distinta es cuando el mentiroso se sabe descubierto. Ojos que no saben donde mirar, saludos que se evitan, besos que no se dan y palabras que ya sobran. Ya no valen las excusas, pero tampoco jugar al escondite.
¿Por qué nos cuesta tan poco jugar y nos importa tanto perder? Y si no quieres ponerte rojo cuando se descubran las trampas que te daban ventaja ¿por qué no simplemente evitas hacerlas? Pero lo más importante de todo, ¿estamos en tablas?
Es increíble hasta donde puede llegar una persona cuando se siente irracionalmente atraída por otra. Sabemos que no nos conviene, realmente si lo miramos desde un punto objetivo nosotras no querríamos que ninguna amiga estuviera con alguien así, sabemos que nos miente, sabemos que podría incluso resultar perjudicial para nosotras… y aún así seguimos adelante, cerramos los ojos y decidimos verle el lado positivo a todas esa pegas, buscar una compensación que justifique esta atracción por el simple hecho de tener una persona a nuestro lado. Y es que hoy he descubierto que realmente estoy loca. Realmente busco hacerme daño. Estoy metida en una espiral de hombres que las autoridades sanitarias calificarían de perjudiciales para la salud y soy yo misma la que me niego a salir. Chicos inmaduros, sin ambiciones, inseguros, egocéntricos, agresivos, consumidores de sustancias poco recomendables, con problemas de sociabilidad… algunos incluso podrían reunir todas estas características, pero yo me niego a fijarme en alguien si no posee alguno de estos maravillosos rasgos. Lo último en mi vida fue confirmar, mediante terceras personas, que el chico que ahora me daba todas esas preocupaciones que necesito para ser feliz se estaba viendo a la vez con otra. El problema es que a mi el hecho de que haya otra persona en su vida no me importa. Sólo me importa su actitud, su desinterés, su falta de valor, su total indefensión cuando comprendió que lo sabía, su no hablar, su agachar la cabeza, su esconderse entre las sombrillas, su mirarme a través de las gafas de sol… su falta de inteligencia o experiencia, su no saber hacer. Y es que no se si porque me conformo, o porque en el fondo él no me importa tanto como yo pensaba, si me hubiera dicho que había otra, u otras, si me hubiera dicho la verdad o al menos no haberme intentado engañar lo más probable es que, al menos en un principio, todo hubiera seguido igual. Como ya dije un día, esto está lleno de tontos que se creen listos, de listos que se hacen pasar por tontos y de tontos que realmente lo son, pero una, aunque muchas veces lo parezca, de tonta no tiene un pelo, y los juegos de estrategia siempre han sido mi debilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario