Hoy me he levantado especialmente juguetona, no quería otro día aburrido de trabajo y he movido los hilos. No tengo mala intención y me aseguro de no hacer daño a nadie, pero es que no he cambiado tanto con el paso de los años y de vez en cuando se agradecen los juegos en los que una Barbie indefensa es rescatada por el siempre todopoderoso y masculino Action Man (los niños actuales juegan con muñecas muertas y vídeojuegos).
Y es que a esta princesa se le han quitado las ganas de aguantar príncipes maravillosos cabalgando a lomos de un bonito caballo blanco, al final. Como nos desvelan en Shrek, el príncipe es un niño de mamá que solo quiere sentirse el mejor, y el ogro es el que consigue el corazón de la princesa.
Así que mientras espero a mi ogro de buen corazón, llevaré la cabeza bien alta, no vaya a ser que se me caiga la corona entre juego y juego besando príncipes que se convierten en sapos.
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