¡Qué
predecibles sois! hombres de este mundo. Cual simples
marionetas, sólo hay que saber de qué hilo tirar para que levantéis el brazo y digáis
aquí estoy yo. Una sonrisa, una mirada
"inocente", un movimiento provocativo de
abanico, un hola bien entonado o en tiempos de
whats app un cambio de estado o de foto y ahí resurgís de entre las cenizas como el
Ave Fenix. Y no es que nosotras seamos malas o retorcidas, es que hacéis realmente
interesante el día a día.
Hoy me he levantado especialmente
juguetona, no quería otro día aburrido de trabajo y he movido los hilos. No tengo
mala intención y me aseguro de no hacer daño a nadie, pero es que no he
cambiado tanto con el paso de los años y de vez en cuando se agradecen los juegos en los que una
Barbie indefensa es rescatada por el siempre todopoderoso y masculino
Action Man (los niños actuales juegan con muñecas muertas y vídeojuegos).
Y es que a esta
princesa se le han quitado las ganas de aguantar príncipes
maravillosos cabalgando a lomos de un bonito
caballo blanco, al final. Como nos desvelan en
Shrek, el príncipe es un niño de mamá que solo quiere sentirse el
mejor, y el ogro es el que consigue el
corazón de la princesa.
Así que mientras espero a mi
ogro de buen corazón, llevaré la cabeza bien
alta, no vaya a ser que se me caiga la
corona entre juego y juego besando príncipes que se convierten en
sapos.